Cómo Obtener Lo Que Deseas

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¿Qué es lo que más deseas en el mundo? Más dinero, un nuevo estéreo para el coche, unas vacaciones? ¿Perder cinco kilos? ¿Llegar temprano a casa para ver tu serie favorita? ¿O es algo más que eso, algo más difícil de definir?

Quizás hayas perdido para siempre las esperanzas de darte cuenta cuáles son tus verdaderos sueños, y te conformas con cosas más pequeñas, porque al menos parecen realizables. Quizás nunca se te ocurrió preguntarte si las metas que has estado persiguiendo, realmente son las que más deseas. Tal vez, al igual que mucha gente, te sientes como si estuvieses siendo obligado a hacer cosas, como si tu vida no te perteneciera. ¿Con qué frecuencia te sientes de ese modo?

Aquí tienes una idea atrevida: todo lo que hagas en tu vida deberías hacerlo porque lo deseas hacer más que nada en el mundo. Y cuando hagas planes, deberías aspirar a la más excitante y maravillosa vida que puedas imaginar, no sólo al tradicional “éxito” y a la convencional “seguridad”, que son los premios de consolación de los cansados y desesperanzados. ¿Qué podría ser más radical que elegir tus acciones de acuerdo a cuán agradables sean, en vez de cuán morales, responsables y socialmente aceptables parecen ser? Y aun así, ¿qué otra cosa tiene realmente sentido? ¿No hemos intentado cumplir con los deseos de cada amo y señor en esta tierra, menos con los nuestros; peleando por toda causa habida y por haber, excepto por las nuestras? ¿A dónde nos ha llevado todo esto?

Perseguir tus deseos, no significa simplemente seguir a ciegas tus impulsos, a donde sea que conduzcan. Significa, primero, descubrir lo que realmente deseas: yendo a través de tus deseos y decidiendo cuáles son reales y cuáles ilusorios, cuáles son más fuertes y cuáles más débiles, cuáles al final te proporcionarán la mayor felicidad. Significa reconstruirte a ti mismo y a tu vida para que así puedas perseguir tantos deseos propios como sean posibles (ya que no existe garantía alguna de que todos ellos puedan ser simultáneamente alcanzados; la mayoría de nosotros nos encontramos siempre tirando en diferentes direcciones, alentados por impulsos y anhelos que se contraponen). Significa priorizar y analizar nosotros mismos nuestros deseos. Quizás, lo que desees sea sentirte mejor contigo mismo: ¿es hacerte las uñas, la respuesta; o podría ese impulso haber nacido de tus inseguridades? Tal vez, ames el campo: ¿es suficiente para ti comprarte un par de hectáreas y disfrutar eso, mientras el resto del mundo poco a poco se envuelve en cemento?

Perseguir nuestros deseos también significa reconstruir nuestra sociedad. Cada uno de nosotros es el producto del mundo en el que vivimos; y más aun, este mundo en sí es el producto de nuestros propios esfuerzos. Para reconstruirte a ti mismo y a tu vida, debes reconstruir el mundo que te moldea y te afecta, y para ello necesitarás la ayuda de todos los demás. Si deseamos perseguir la felicidad, deberíamos hacernos cargo del mundo que estamos creando, y juntos, asegurarnos de que será uno que cree felicidad para todos nosotros. ¿Pero hacer lo que queramos, no nos enfrentará unos a otros? No, nos forzará a trabajar juntos. Dado que los más grandes y ambiciosos esfuerzos, no pueden ser llevados a cabo solos; es por ello que se requiere de la participación de otra gente, incluso de sociedades enteras. La mayoría de nosotros desea comunidad, amistad, y sentirse seguros y libres con otros, más que casi cualquier otra cosa; y es por eso que nos necesitamos mutuamente para alcanzar todas estas cosas. Para crear una comunidad en la que cada uno de nosotros pueda disfrutar la vida al máximo, debemos hacer posible que todos nosotros persigamos nuestros sueños y que seamos libres y creativos. De lo contrario, nos estaríamos engañando a nosotros mismos acerca de nuestro potencial mutuo, así como también del que llevamos dentro. Ése es el secreto que la muy poco ambiciosa “generación yo” se perdió: pasado un cierto punto, la codicia y la generosidad se cruzan.

Y sí, esto será difícil, especialmente al principio. Nada es más difícil que obligarte a ser siempre honesto contigo mismo, exigiendo lo máximo de ti y de cada día de tu vida. Esto nos enfrentará al orden establecido; eso es seguro. Pero si existe alguna lucha por la que valga la pena pelear, definitivamente es ésta. Una contienda en la que participen el enorme potencial que cada uno de nosotros tiene y el -más enorme aun- potencial que todos nosotros podríamos tener juntos, contra todo lo que en este mundo es sin sentido, insignificante, desagradable…

La alternativa, por supuesto, es conformarse con lo que hoy tenemos, y jamás cuestionar si podría haber algo mejor para nuestras vidas.

A la larga, la felicidad no llega con simplemente obtener lo que deseas y tenerlo, sino más bien con el proceso de buscarla, con la libre persecución de tus deseos y ambiciones. Es ese sentimiento de excitación y ligereza cuando te sientes libre de ser y hacer lo que deseas, cuando la vida se convierte en una placentera y siempre cambiante danza. Luego de siglos de aburrida servidumbre a la responsabilidad, a la propiedad y a la necesidad, no estamos acostumbrados a expresar y seguir nuestros sueños; pues bien: ha llegado la hora de aprender cómo.

Recuerda el día más importante de tu vida, el día en que descubriste por primera vez el amor, o la música, o la aventura… cuando cientos de nuevas puertas se abrieron y el mundo pareció más grande que nunca, y de pronto todo era posible. ¿Por qué no puede sentirse así cada día? Bueno, por una razón; no vivimos precisamente en una sociedad que está diseñada para ayudarnos a distinguir y perseguir los deseos de nuestros corazones, ¿o sí? Más allá de lo que la retórica de “la libertad y la persecución de la felicidad” sugiera, nuestra sociedad ha rebasado el límite de lo absurdo con distracciones y restricciones. También estamos tan ocupados luchando por seguir el impuesto ritmo de vida, que hasta incluso nos resulta difícil recordar nuestros sueños, y mucho menos ir en busca de ellos. Y cada uno de nosotros se siente tan impotente, que resulta igual de difícil recordar que este mundo -en el cual vivimos-, es el resultado de nuestros propios esfuerzos: es nuestro trabajo lo que lo ha hecho ser así. Nuestra especie ha transformado por completo el planeta. ¿Este mundo que hemos construido, es el mejor de todos los posibles?

Si no lo es, ¡por qué no dejamos de construirlo, e inventamos nuevas formas de vivir y trabajar juntos; para que entonces podamos construir otro mundo mejor, que será mucho más placentero para todos nosotros! ¿Para qué deberíamos trabajar, si no es para el placer y el gozo?

¿Has hecho alguna vez el amor y te sentiste tan bien que incluso pareció peligroso? Estar enamorado significa desear realmente vivir en un mundo diferente: un mundo más apasionante, más bello y sin preocupaciones. Un mundo en donde todo importe y nada sea jamás aburrido. ¿Por qué razón no habríamos de comenzar a construir ese mundo hoy, aquí mismo?