En respuesta al genocidio que se está produciendo en Gaza, algunas activistas se han propuesto atacar a fabricantes de armas como Elbit Systems y Raytheon. Palestine Action ha cerrado permanentemente dos de las instalaciones de Elbit en el Reino Unido; en Estados Unidos se está llevando a cabo una campaña similar para atacar las instalaciones de Elbit en todo el país. A medida que estas campañas cobran impulso, puede ser instructivo fijarse en anteriores esfuerzos de este tipo en busca de inspiración e ideas.
Hace dos décadas, en el Reino Unido, una campaña conocida como Smash EDO se propuso cerrar una fábrica de armas en Brighton. A lo largo de años de lucha, experimentaron con diversas estrategias. En un caso, los activistas irrumpieron en las instalaciones y causaron daños por valor de cientos de miles de libras, tras lo cual fueron declarados inocentes por un jurado en el juicio. Aquí repasamos ese movimiento desde sus inicios hasta su punto álgido en 2010.
Una versión anterior del siguiente texto apareció en el noveno número de nuestra revista impresa, Rolling Thunder, en la primavera de 2010. Puede encontrar un archivo del sitio web de Smash EDO aquí.
La campaña Smash EDO
Lo que empezó en 2004 como una docena de personas golpeando cacerolas y sartenes frente a un fabricante local de armas se convirtió en la mayor y más dinámica campaña antimilitarista del Reino Unido. Durante los años siguientes, los activistas de Smash EDO mantuvieron una presión implacable sobre la fábrica, al tiempo que sobrevivían a repetidos intentos de reprimir el movimiento. En 2009, movilizaron a miles de personas en el Carnaval del Primero de Mayo contra la Guerra y la Codicia.
“Cada bomba que se lanza, cada bala que se disparada en nombre de esta guerra de terror tiene que ser fabricada en algún lugar… y dondequiera que sea, puede ser resistida”.
-Smash EDO, marzo de 2004
“Una multitud de 600 personas, en su mayoría vestidas de rojo, muchas enmascaradas, enmascarados, se dirige cuesta arriba hacia las líneas policiales barreras de seguridad y utilizan un sistema de sonido para abrirse paso. Pronto están dentro de la fábrica de armas y las ventanas empiezan a romperse…”
-participante en el Carnaval Smash EDO (Aplastar EDO) Contra el Comercio de Armas, junio de 2008
Smash EDO era una campaña anónima, no jerárquica y fluida: tanto un eslogan como una organización. Esta naturaleza amorfa, unida a un rechazo total a las negociaciones con las autoridades, hizo que fuera muy difícil de reprimir.
El objetivo era casi absurdamente restringido: el cierre de una fábrica de componentes de armas en una ciudad. Pero en el curso de su persecución, la campaña incorporó una diversidad de tácticas y enfoques -desde panfletos a encadenamientos, desde instalaciones artísticas a disturbios- y sembró las semillas de un verdadero desafío a la maquinaria de guerra.
Smash EDO nunca se identificó públicamente como una campaña anarquista ni se aferró a ningún mástil político concreto. A menudo fue comparada -por la policía y los propios traficantes de armas- con campañas por los derechos de los animales como Stop Huntingdon Animal Cruelty (SHAC). Sin embargo, a diferencia de esas campañas, los participantes se esforzaron por pasar desapercibidos, aunque con resultados desiguales. Se celebraron reuniones de organización para acciones importantes, pero la mano izquierda no siempre sabía lo que hacía la derecha: una persona que había dedicado años a la campaña podía enterarse de una acción a través de Indymedia.
Otras campañas suelen depender de un grupo de organización pública que empieza con una idea firme de lo que va a hacer y cómo lo va a hacer. El asalto de la SHAC a la cotización de las acciones de Huntingdon Life Sciences por todos los medios necesarios, incluido el cultivo deliberado de la mala prensa, tuvo mucho éxito al principio. Consiguieron algunos resultados fenomenales, pero para cuando empezamos nuestra campaña contra EDO, el Estado estaba aprobando nuevas leyes y aprovechando la concentración en un solo objetivo para aislar e inmovilizar a los activistas de la SHAC.
En cambio, al no poder contar con el nivel de militancia habitual entre los activistas de los derechos de los animales, la campaña Smash EDO tuvo que ser más flexible. El movimiento por los derechos de los animales tardó años en crear una masa crítica, empezando por la lucha contra las exportaciones de animales vivos a principios de los noventa. Media década más tarde, el predecesor de la SHAC, Save the Hillgrove Cats, podía convocar manifestaciones mensuales en las que miles de personas acudían a una única granja de gatos cerca de Oxford, con unos costes policiales millonarios. Por las razones que se explican a continuación, esta no era una opción para nuestra campaña.
EDO
Pero, ¿quién demonios era EDO y por qué era necesario machacarlos?
Cuando comenzó la campaña, EDO MBM era una filial de EDO Corporation, una empresa estadounidense que era uno de los principales proveedores de Raytheon, así como fabricante de armas por derecho propio. En diciembre de 2007, EDO Corporation fue adquirida por el conglomerado armamentístico estadounidense ITT. EDO MBM/ITT suministró piezas vitales para la serie Paveway de bombas guiadas por láser, que fueron las municiones guiadas más utilizadas en el bombardeo aéreo de Irak. También diseñaron un componente para los sistemas de bombardeo de los aviones de combate F-15, F-16 y F-35; Estados Unidos suministró algunos de ellos a Israel, donde se utilizaron contra el pueblo palestino. La fábrica de Brighton también fabricó componentes para vehículos aéreos no tripulados (UAVS), que el ejército estadounidense utilizó en asesinatos e incursiones en Pakistán y Afganistán.
Interrogado por un periódico local en 2004, David Jones, entonces director general de EDO, declaró que estaba orgulloso de apoyar el esfuerzo bélico en Irak. Sin embargo, EDO negó en repetidas ocasiones haber suministrado conscientemente material a Israel.
Averiguar qué hizo EDO no siempre fue fácil; la investigación fue un componente integral de la campaña. Después de que la declaración de prensa de David Jones avivara la ira pública, EDO se negó a hacer declaraciones públicas y retiró páginas de su sitio web en las que se anunciaba que su armamento era utilizado por las fuerzas aéreas israelíes. Varios directivos dimitieron tras verse obligados a declarar ante los tribunales sobre lo que producía la empresa.
ITT Corporation es una de las empresas transnacionales más poderosas del mundo. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue propietaria del 25% de la empresa alemana Focke-Wulf, constructora de aviones de combate para los nazis, y las filiales de ITT hicieron pagos en efectivo al líder de las SS Heinrich Himmler. Memorandos de ITT y documentos desclasificados de la CIA sugieren que ITT intentó financiar a los opositores de Salvador Allende en Chile y ayudó a preparar el golpe militar que se produjo allí en 1973. En respuesta, Weather Underground y otros grupos atacaron con explosivos las oficinas de ITT en Nueva York, Roma, Zurich y Londres. La fábrica de EDO en Brighton era sólo una parte de esta poderosa corporación.
El movimiento contra la guerra en el Reino Unido
En 2003, el Reino Unido fue testigo del mayor movimiento contra la guerra de su historia. El 15 de febrero de 2003, más de un millón de personas salieron a la calle para protestar contra la implacable marcha hacia la invasión de Irak. Muchos estaban enfadados por la facilidad con la que Gran Bretaña se había convertido en un lugarteniente voluntario de lo que se consideraba un imperialismo estadounidense descarado. En todo el país, un gran número de personas que nunca habían adoptado una postura política se involucraron en el movimiento. A la izquierda, acostumbrada a una respuesta silenciosa a las anteriores guerras de agresión en Afganistán y Kosovo, le pilló por sorpresa.
Pero el estado de ánimo de la opinión pública se caracterizó más por la desaprobación que por la resistencia. Las clases liberales de izquierda que formaban la masa del movimiento se mostraron reacias a emprender acciones directas, aceptando en cambio el tono marcado por el mayor grupo antibélico, la Coalición Stop the War. Por razones demasiado tediosas para entrar aquí, pero deprimentemente familiares para cualquiera que haya trabajado con organizaciones dominadas por partidos vanguardistas trotskistas, esta coalición optó por confiar en las previsibles marchas en Londres. Incluso después de que estas manifestaciones (ciertamente enormes) no consiguieran alterar los planes de guerra, la coalición Stop the War continuó repitiéndolas con rendimientos decrecientes. La manifestación contra la guerra en Afganistán del 24 de octubre de 2009 congregó a apenas 10.000 personas.
Otras personas tomaron medidas para resistirse más directamente al conflicto que se avecinaba. La base aérea de Fairford, en Gloucestershire, era una plataforma de lanzamiento para los bombarderos stealth estadounidenses y una de las muchas partes del Reino Unido que era efectivamente territorio soberano de Estados Unidos. Las movilizaciones que tuvieron lugar allí atrajeron a participantes que pretendían oponer una resistencia más enérgica; sin embargo, el Estado pudo reunir a miles de policías para mantenerlos bajo control. En una ocasión, dos hombres consiguieron entrar en el aeródromo y estuvieron a punto de dañar aviones antes de ser detenidos. Fueron absueltos por un jurado en 2007, lo que demostró cómo el sentimiento antibelicista impregnaba el país.
Brighton
Brighton es un balneario de la costa sur del Reino Unido con una reputación radical y un ligero olor a pachuli en el aire. Fue una de las pocas ciudades del Reino Unido donde el activismo contra la guerra no fue exclusivo de la coalición Stop the War. En su lugar, se formó una coalición bajo el nombre de Sussex Action for Peace (Acción por la Paz de Sussex), en la que participaban desde cuáqueros y sindicalistas hasta anarquistas y personas simplemente torpes. Se creó una atmósfera acrítica que dio cabida a diversas tácticas: desde “tortitas por la paz” hasta el corte de vallas en la base aérea de Fairford.
“Llevábamos meses preparándonos, organizándonos, discutiendo sobre cómo salir a la calle y mostrar nuestra rabia en cuanto empezaran los bombardeos en Bagdad. Hicimos banderas y convocamos a grupos de samba, repartimos folletos en colegios y entre los escolares, celebramos reuniones con más de cien personas y rechazamos extrañas propuestas de crear un soviet de trabajadores y soldados. Hablamos de tácticas y sacamos nuestras máscaras antigás. Pero a pesar de toda nuestra planificación, el día en sí fue un triunfo de la creatividad y la motivación de la gente de Brighton.
“El día que empezaron los bombardeos, un grupo de nosotros fuimos a la escuela local con la esperanza de quedarnos a las puertas animando a unos cuantos a enfrentarse a la ira de sus profesores. En lugar de eso, cuando llegamos allí, cientos de niños pasaron a raudales y se adueñaron de las carreteras principales riendo y corriendo hacia la ciudad, parando el tráfico y lanzando huevos a los bancos. Durante todo el día se pararon las calles de la ciudad. Un grupo se enfrentó a los símbolos del capitalismo, derribando la bandera estadounidense frente al edificio de American Express y rompiéndola.
“Cuando llegó la hora de la asamblea de masas, el ‘colectivo organizador’ recogió sus banderas y se dirigió al centro de la ciudad. Sin embargo, una masa de 5000 personas llenaba las calles, desbordándose por las carreteras secundarias. Nadie dirigía a esta multitud a ninguna parte; tenía un dinamismo caótico. La banda comenzó a tocar y la gente se arremolinó por la ciudad cerrando los negocios como de costumbre, la ira palpable en el aire.
“Un grupo se dirigió al ayuntamiento con una tarjeta llave “donada” para entrar. El plan era ocupar el ayuntamiento e iniciar un ‘consejo popular’ para planificar futuras acciones y la resistencia. Cuando la multitud se dirigió hacia las puertas, apartando a la policía y su spray de pimienta, se desató la euforia y se produjeron destrozos y daños materiales. Un hombre subió al balcón de la sala de debates y bailó por encima de la multitud al grito de “¡No al petróleo con sangre! Parecía un grito de la ciudad de Brighton a quienes nos llevaban a la guerra contra nuestra voluntad”.
-Participante de “Stop the City-Stop the War” de Brighton, marzo de 2003
Por supuesto, la invasión inicial se llevó a cabo en cuestión de semanas. Pronto, las fuerzas británicas se comprometieron con la ocupación de Irak y el impulso del movimiento contra la guerra empezó a desvanecerse.
“Queríamos llamar la atención sobre el hecho de que esta guerra no era un acto de agresión irracional llevado a cabo por un presidente especialmente estúpido, sino algo planificado y que para algunas empresas suponía una auténtica máquina de hacer dinero. En efecto, queríamos llevar la guerra de vuelta a la fábrica. No podíamos afectar directamente el curso del conflicto en Irak, pero podíamos apuntar a los portadores de la lanza.”
-Smash EDO, 2004
El descubrimiento de que uno de esos portadores de lanzas era EDO MBM, una empresa situada en un pequeño polígono industrial a sólo kilómetro y medio del centro de la ciudad, llevó a la formación de un nuevo grupo. Éste estaba compuesto en gran parte por el ala anarquista y orientada a la acción directa de la rápidamente menguante Acción por la Paz de Sussex.
En aquel momento, nuestro objetivo era hacernos eco de la furia provocada por una guerra que tenía lugar a miles de kilómetros de distancia y señalar cómo las causas de esa guerra estaban liadas con nuestra vida cotidiana. La decisión de atacar una fábrica ha sido controvertida; se nos ha acusado de desviar la atención del verdadero objetivo, es decir, el gobierno. Aunque EDO tiene ahora unos 150 empleados, es un eslabón relativamente menor en la cadena de suministro de armas. Pero sabemos que así es como funciona el comercio de armas. Las armas no son dispositivos aislados; la guerra moderna se basa en una serie de sistemas de armas. En la cadena de suministro intervienen cientos de pequeños fabricantes de componentes, y la fabricación de mecanismos de liberación de bombas por parte de EDO los convierte en cómplices vitales de los bombardeos aéreos masivos que utilizan los poderosos para acobardar a las poblaciones que no cooperan. Es mejor obtener una pequeña victoria como ésta que sufrir una serie de magníficas derrotas”.
-Smash EDO, 2004
Estaremos aquí hasta que no estén
Las acciones se iniciaron en mayo de 2004 con una ocupación de la azotea de la fábrica coordinada con un encierro que bloqueaba el acceso a todo el polígono industrial. Las manifestaciones ruidosas, regulares e irregulares, no tardaron en llegar a los trabajadores.
En aquella época, las manifestaciones ruidosas consistían en unas cuantas personas haciendo ruido a las puertas de la fábrica. Golpeábamos cacerolas y sartenes, gritábamos con megáfonos o golpeábamos la valla quitamiedos metálica que discurre a lo largo del césped frente a la fábrica: cualquier cosa para que los trabajadores y sus directivos supieran lo que pensábamos de su negocio. A estas alturas [2004], no sabíamos cuánto sabían los trabajadores para qué se utilizaban los productos de EDO”.
-Activista de EDO
Las manifestaciones ruidosas siguieron siendo el ritmo habitual de la campaña, al menos una vez a la semana.
El primer año se produjeron muchos sabotajes nocturnos, y la fábrica, que no estaba defendida, fue atacada con regularidad. Se rompieron ventanas, se pegaron puertas y se lanzaron bombas de pintura. Los sistemas de refrigeración de la parte trasera de la fábrica sufrieron daños por valor de 45.000 libras en un ataque. Los directores gerentes de la fábrica se despertaron para encontrar sus vecindarios plagados de panfletos acusándoles de complicidad en la muerte de civiles. Y lo que es más gracioso, en la entrada se arrojó mierda de caballo y hormigón de secado rápido. Nadie reivindicó nunca la autoría de estas acciones, ni se detuvo a nadie; este tipo de acciones esporádicas continuaron durante años. Con el tiempo, la fábrica se valló con seguridad las veinticuatro horas del día, alambre de espino y circuito cerrado de televisión.
Varios grupos, incluidos los cuáqueros locales, organizaron vigilias en el exterior de la fábrica. Otros, vestidos con monos blancos y máscaras y autodenominados Bloque Blix, intentaron entrar en la fábrica para llevar a cabo una inspección ciudadana de armas.
Medidas cautelares y represión
Las apuestas subieron en marzo de 2005 con un esfuerzo combinado de la Policía de Sussex y EDO MBM para poner fin a las protestas fuera de la fábrica por medio de una orden judicial en virtud de la Ley de Protección contra el Acoso. En virtud de esta ley, concebida en un principio para proteger a las personas de los acosadores, las empresas pueden conseguir mandamientos judiciales a medida con muy pocas pruebas, lo que permite a la policía detener a personas por hechos que normalmente no constituirían delito. En este caso, intentaron limitar las protestas ante la fábrica a dos horas y media a la semana, en grupos de no más de diez personas y sin amplificación de ruido.
Anteriormente, este tipo de medidas cautelares sólo se habían dirigido contra defensores de los derechos de los animales, en particular la campaña SHAC. El proceso en estos casos permitió a las empresas utilizar pruebas de actividades ilegales -algunas auténticas, otras inventadas- para imponer límites a actividades legales como reunirse para manifestarse, enarbolar pancartas o utilizar megáfonos. Casos judiciales posteriores revelaron que la policía había redactado los términos de la orden judicial, suministrado información de inteligencia a los abogados de las empresas y fabricado detenciones para proporcionar pruebas suficientes para acabar con las protestas.
“Esto demostró claramente que la intención de la policía era acabar con la cara pública de la campaña. Sienten que pueden ocuparse de la actividad ilegal aislada, pero les asustan los movimientos que pueden funcionar tanto por encima como por debajo de la tierra.”
Este intento de represión mostró cómo la guerra contra el terrorismo implicó ataques a las libertades civiles en el país junto con la guerra en el extranjero. Se introdujeron tarjetas de identidad obligatorias, así como nuevas leyes que reprimían la protesta y la disidencia: por ejemplo, mediante una enmienda a la Ley de Orden Público, el número de personas necesario para constituir una reunión ilegal se redujo a dos. Pero este telón de fondo de represión, junto con la impopularidad de la guerra, permitió que la campaña contra la EDO obtuviera publicidad y apoyo público. Un número de prensa central, con un portavoz de prensa preparado, ayudó a la campaña a competir con la policía y la corporación en los medios de comunicación locales.
Irónicamente, la orden judicial dio a la campaña su primer gran impulso publicitario.
“En primer lugar, nos demostró que estábamos surtiendo efecto: una empresa internacional de armamento se había visto obligada a gastar miles de euros en abogados simplemente para impedir que nos plantáramos a las puertas. Además, parecíamos los desvalidos”.
Una manifestación apodada “LA GRAN”, convocada en mayo de 2005 a raíz de la primera vista del requerimiento judicial, congregó a ciento cincuenta personas frente a la fábrica. Se produjeron enfrentamientos cuando la policía fue a detener a un anciano de ochenta años llamado John Catt. Ocho personas fueron detenidas, señaladas por ser presuntos organizadores.
Tras un año de disputas judiciales, EDO MBM se vio obligada a retirar la demanda y pagar todas las costas judiciales, incluida una indemnización de 34.000 libras a quienes se habían defendido. Se calcula que todo el pleito les costó más de un millón de libras, lo que les hizo registrar pérdidas ese trimestre y afectó directamente al precio de sus acciones.
Movilizaciones callejeras
Durante el proceso judicial, una medida cautelar impidió filmar en la fábrica y permitió a los matones contratados por EDO intimidar a los y las manifestantes. Dos activistas fueron encarcelados brevemente en la prisión de Lewes. A pesar de ello, continuaron las manifestaciones por el ruido y otras acciones.
“Se tomó la decisión de llevar nuestra lucha a la ciudad. Estábamos hartos de que nos mangonearan en la fábrica”.
El 13 de agosto de 2005, unas cincuenta personas se reunieron en la principal zona comercial de Brighton1 e intentaron marchar hasta el parque Level, a una media hora a pie.
“La respuesta policial fue espectacular: 150 policías, perros y un helicóptero. El mensaje no pudo ser más claro: no tenéis derecho a reuniros sin permiso policial”.
Así comenzó un enfrentamiento con las autoridades por el derecho a manifestarse, que no sólo se libró en las calles, sino también en los medios de comunicación locales. Sucesivas manifestaciones en el centro de la ciudad -una de las cuales marchó contra la comisaría de policía, obligando a los agentes a formar filas alrededor de su propia sede- se convirtieron en un dolor de cabeza suficiente para la policía como para que disminuyera el acoso en la propia fábrica.
Smash EDO, los medios de comunicación y la ley
¿Puede un pequeño grupo de activistas sobrevivir y difundir su mensaje sin recurrir a los medios de comunicación corporativos? Aunque los medios de comunicación alternativos habían avanzado mucho en los últimos tiempos, y Smash EDO pudo contar con la cobertura de [SchNEWS] de Brighton (https://schnews.org/) y de Indymedia, lo cierto es que la gran mayoría de la gente recibía las noticias -y, por tanto, formaba sus opiniones- de la prensa convencional.
Durante los primeros nueve meses de la campaña, nadie publicó ningún comunicado de prensa. Como la mayor parte del movimiento anarquista, considerábamos a la prensa como parte del enemigo. Se suponía que la prensa local, en particular, repetiría automáticamente la línea de la policía y las empresas.
“Sabíamos que la prensa exigía los nombres de los portavoces y que éstos serían presentados como organizadores y líderes, así es como funciona”.
Pero ignorar a los medios de comunicación puede ser una apuesta peligrosa. Una embestida mediática coordinada por el gobierno contra el movimiento por los derechos de los animales ya había conducido a su aislamiento efectivo como fuerza política. La ecuación “derechos de los animales = extremismo” se repetía cada vez que salía el tema, especialmente en los periódicos de izquierda/liberales.
La estrategia del Estado, con el grupo de trabajo “antiextremismo” de la policía, que sembraba historias en los medios de comunicación, consistía en aislar a los grupos de la corriente dominante, y luego atacarlos con una legislación especialmente elaborada. Por ejemplo, manifestaciones que serían legales en cualquier otro contexto pueden acarrear penas de cárcel si se llevan a cabo contra un “establecimiento de investigación animal”, tal y como se define en la Ley contra la Delincuencia Organizada Grave y la Policía de 2005. Sean Kirtley, cuya condena fue posteriormente anulada, pasó dieciséis meses en la cárcel simplemente por organizar manifestaciones y actualizar un sitio web para la campaña STOP SEQUANI. Los principales grupos de derechos civiles no hicieron nada para protestar contra esta represión.
La estrategia de la SHAC consistía en utilizar la prensa como herramienta para infundir miedo a sus objetivos. En una reunión nacional por los derechos de los animales, la prensa sólo fue invitada a un taller, una clase de defensa personal; se difundieron imágenes de activistas aprendiendo a sacar los ojos a la gente. Más tarde pagaron por esta imagen fuera de la ley. Mientras tanto, los activistas contra los cultivos pudieron llevar a cabo “descontaminaciones” que destruyeron cosechas por valor de decenas de miles de libras, golpeando a las mismas empresas farmacéuticas que los defensores de los derechos de los animales, pero sin recibir el mismo nivel de represión. La diferencia crucial era que la opinión pública era más hostil a la introducción forzosa de alimentos modificados genéticamente.
La orden judicial obligó a la campaña a enfrentarse a los medios de comunicación y al sistema jurídico. En aquel momento, había unas veinte personas implicadas en diversos aspectos de la campaña. El requerimiento judicial nombraba a catorce personas, básicamente a todas las que habían sido detenidos en la fábrica. Estaba claro que, si la fábrica conseguía la orden judicial cautelar que quería, las manifestaciones ruidosas, que eran la cara pública de la campaña, quedarían acalladas.
“No contábamos con un gran número de militantes para desafiar la orden judicial, la opción preferida; tampoco era práctico abandonar las manifestaciones ruidosas y confiar en la actividad clandestina. Si queríamos que la campaña continuara, íbamos a tener que luchar en el terreno del enemigo.”
La orden judicial cimentó y centralizó la campaña de formas inesperadas. Estaba claro que era necesaria una respuesta colectiva y una voz colectiva. La orden judicial, concebida para hacer frente a una campaña centralizada como la SHAC, se refería a las personas demandadas como Smash EDO, y la campaña adoptó ese nombre. Teniendo en cuenta que no existía una línea del partido Smash EDO, ¿cómo íbamos a redactar un comunicado de prensa o enmarcar una defensa? ¿Quién podía hablar en nombre de la campaña? Andrew Beckett fue nombrado portavoz, para evitar la trampa de promover a individuos como “organizadores”. Un hombre ya se había encontrado con que una descripción de sí mismo como organizador, que había aparecido en la fuente de noticias local Argus, estaba siendo utilizada contra él en los tribunales.
Fuimos criticadas en la publicación insurreccionalista 325 por basarnos en argumentos “convencionales” en la propaganda y en los comunicados de prensa:
“El lenguaje utilizado para ‘justificar’ el desmantelamiento de EDO ofrece una cara legítima de la ley al público en general. Sin embargo, esta cara es engañosa, esta fachada implica que existe una sociedad con la que merece la pena razonar, que la legitimidad democrática por sí misma traerá el cambio social y la ‘justicia’, que adherirse a algunas leyes mientras otras son manipuladas por el Estado obtendrá un [sic] eventual resultado positivo. Esto se ajusta a las jerarquías impuestas por el Estado que existen en un marco capitalista y es erróneo e insensatamente equivocado”.
Es cierto que el éxito en esos términos puede tener un precio. Por ejemplo, como grupo, no nos importaba si la guerra de Irak era técnicamente ilegal o no. Si la alianza EE.UU./Reino Unido hubiera logrado llevar a cabo una guerra legal consiguiendo una resolución de la ONU, nos habríamos opuesto igualmente a los ataques. Pero en nuestros comunicados de prensa y propaganda, nos referíamos a “esta guerra ilegal e inmoral”. ¿Fue un golpe bajo o relaciones públicas de sentido común?
Del mismo modo, nuestros esfuerzos por producir propaganda del mínimo común denominador, con la esperanza de empujar hacia la acción directa lo que había sido un amplio consenso contra la guerra, fueron criticados tanto dentro como fuera del grupo por sensibleros. Las imágenes de niños heridos pueden ser impactantes, pero también pueden reforzar la idea de que el principal mal de la guerra es la muerte de los “inocentes”. La muerte de los milicianos iraquíes reclutados es igual de trágica, pero no las pusimos en octavillas.
Sin embargo, para atraer a un público imaginario, se hizo necesario aceptar ciertas ideas preconcebidas. Está muy bien creer, como algunas de nosotras hicimos, que el negocio de EDO/ITT no habría sido posible si el homo sapiens no hubiera construido el militarismo patriarcal sobre la base de un sistema inherentemente opresivo de pensamiento simbólico, pero no es fácil meter eso en una entrevista de radio de dos minutos. Las frases hechas son antitéticas de la sofisticación política, pero teníamos que ganar la discusión. “EDO mata a niños por dinero” era un eslogan sensacionalista burdo pero eficaz.
Para ganar las batallas legales, era aún más importante parecer “convencionales”, al menos en los tribunales. Tuvimos que luchar contra la orden judicial basándonos en las libertades civiles y los derechos humanos. Para los y las anarquistas, esto implicaba un cierto grado de contorsión ideológica. El juez descartó en un primer momento, tras una intervención del Fiscal General, la posibilidad de presentar una demanda alegando que se estaban cometiendo atrocidades en Iraq.
“En realidad queríamos cerrar esta fábrica; no habíamos atacado físicamente a los trabajadores y a la dirección como alegaba la empresa, pero tenían razón al decir que queríamos ir más allá de la protesta para pasar a la acción”.
Para ganar el caso, tuvimos que adoptar el punto de vista de la “libertad de protesta”. “La libertad de expresión es un derecho celosamente protegido en la legislación inglesa”: estas fueron las palabras del juez Gross tras la primera fase del juicio por el requerimiento judicial. Esta frase se enfatizó dramáticamente en posteriores comunicados de prensa declarando la victoria. Dado que lo que había sucedido era en realidad una restricción masiva de nuestros derechos -se nos permitía manifestarnos cuando quisiéramos, pero se nos confinaba a una estrecha franja de césped frente a la fábrica-, corríamos el riesgo de parecer que aceptábamos la jurisdicción del tribunal. Pero había que decidir si queríamos proclamar una “victoria” o una “derrota”: los tonos grises no funcionan en los medios de comunicación.
También tuvimos que apelar al público en general para resistir la represión de nuestras manifestaciones en el centro de la ciudad. Una vez más recurrimos al lenguaje de los derechos. En una carta al periódico local, Andrew Beckett argumentó que teníamos “derecho a marchar pacíficamente por nuestra ciudad”. Sólo con esa frase, circunscribíamos nuestra acción, afirmando objetivos “pacíficos” para todas las personas que pudieran acudir a la manifestación sin consultarles. ¿Y por qué íbamos a tener más derecho a marchar por “nuestra” ciudad que por cualquier otra?
Sin embargo, podría decirse que fue un éxito: la lucha entre la campaña y la policía se planteó en términos que no requerían un amplio conocimiento de la teoría de la izquierda, y la siguiente manifestación, en diciembre, reunió a 400 personas. Fue “pacífica” y ganamos la batalla de la opinión pública sobre si debíamos o no negociar con la policía. Pero corrimos el riesgo de arrinconarnos. Si las autoridades se hubieran echado atrás y nos hubieran dejado vía libre, ¿qué habríamos hecho? Nos habríamos convertido en anarquistas defensores del liberalismo.
El tribunal en el acto
Una vez que la campaña se puso en marcha, los casos judiciales se sucedieron. Diferentes personas acusadas optaron por representarse a sí mismas de diferentes maneras. Algunas emprendieron acciones “responsables”, como encierros, para presentar una defensa de “crímenes de guerra”, argumentando que actuaron ilegalmente “para evitar un crimen mayor”. Esta estrategia implicaba que el tribunal era un escenario neutral, lo que no era.
A pesar de ello, los y las activistas consiguieron un impresionante conjunto de victorias en los tribunales. Chris Bluemel fue absuelto tras admitir haber golpeado a un policía en la cara durante el Carnaval contra el Comercio de Armas, por ejemplo. Sin embargo, merece la pena considerar cómo los privilegios de clase pueden haber facilitado algunas de estas victorias. Chris, profesor de música, pudo recurrir a su director como testigo de carácter; para demostrar su buena fe y legitimidad, éste mencionó que había cancelado una reunión con un ministro del Gobierno en la sombra2 para asistir al juicio. Esta apelación a la solidaridad de la clase media funcionó, pero otros acusados no tenían tales credenciales.
Líbano y Palestina
A medida que las fuerzas estadounidenses y británicas se asentaron en la dura tarea de la ocupación, la atención se desvió del poder aéreo utilizado en la invasión inicial. Pero el equipo de la EDO seguía utilizándose, por ejemplo, en el asalto a Faluya, y de nuevo en Somalia.
Las fuerzas aéreas israelíes fueron las siguientes en embarcarse en una gran campaña de ataques aéreos, utilizando equipos suministrados por empresas armamentísticas de EE.UU. y el Reino Unido, entre ellas EDO.En el verano de 2006, estalló la guerra en Líbano y más de mil civiles murieron en cuestión de semanas. Desde el principio, la campaña de Smash EDO se solapó con el Movimiento de Solidaridad Internacional en la Palestina ocupada.
“Estábamos decididos a demostrar que el gobierno británico y los proveedores nacionales de armas se estaban beneficiando directamente de esta guerra. Teníamos que mostrar nuestra solidaridad con el pueblo palestino”.
Dos hombres escalaron el tejado de la fábrica y desplegaron una pancarta: “16 niños asesinados en Qana Líbano, EDO se beneficia del asesinato”. Unas semanas más tarde, activistas encadenados a bloques de hormigón bloquearon las entradas, obligando a los empleados de EDO a irrumpir en su propia fábrica.
Cinemartyrdom
Tras sus primeros éxitos convirtiendo la represión en ventaja, la campaña recibió una nueva oportunidad de la policía de Sussex. El colectivo local de medios de comunicación SchNEWs produjo una película titulada On the Verge en la que se trazaba la historia de la lucha contra EDO, y los activistas organizaron una gira por todo el país para sensibilizar a la opinión pública. El estreno estaba previsto en el cine de arte y ensayo de Brighton, el Duke of York’s, el 16 de marzo de 2008.
La intervención policial de última hora obligó a cancelar la película. Se advirtió al cine de que activistas violentos podrían intentar entrar. La proyección se trasladó apresuradamente a un pub cercano. Al día siguiente llegó la noticia de que la policía había visitado locales de todo el país y había advertido de que no proyectaran la película con diversos pretextos.
La gira siguió adelante, y lo que había sido una película activista relativamente menor, producida con un presupuesto de menos de 500 libras, se convirtió en noticia nacional. “Una pieza equivocada de histeria oficial”, rezaba el titular de The Guardian, el conocido diario liberal de izquierdas. De repente, la campaña tenía “la película que intentaron prohibir”, y la gente acudió en masa a verla. Se proyectaron más de ochenta pases en el Reino Unido. También se proyectó en Sydney, San Francisco y Atenas, y miles de personas la descargaron.
Todo ello dio a la campaña un perfil nacional. El objetivo de la gira era conseguir apoyo para el próximo Carnaval contra el Comercio de Armas, un esfuerzo estratégico para ir más allá de los límites de la afirmación del derecho a manifestarse y marchar. Hasta entonces, la mayor manifestación de EDO había constado de unos pocos cientos de personas.
El miércoles por la tarde, más de 800 personas acudieron a la cita. Muchos habían viajado desde todo el país, habiendo oído hablar de Smash EDO gracias al intento de supresión de On the Verge.
El Carnaval contra el comercio de armas
La multitud que acudió al Carnaval contra el Comercio de Armas no era un grupo pasivo de espectadores. La policía había planeado confinar a la gente en un corral de control al final de la carretera de la fábrica, pero el corral fue desmantelado cuando la multitud empujó a través de las líneas policiales y luego, gloriosamente, en el recinto de la fábrica. Cuando empezaron a entrar por las ventanas y destrozaron el todoterreno del director general, la policía respondió con una carga de porras y consiguió despejar el aparcamiento mediante un uso abundante de gas pimienta y perros. La fábrica permaneció cerrada durante todo el día.
Es importante entender que en el momento de este suceso, el movimiento activista británico había abandonado en gran medida la confrontación callejera como consecuencia del éxito de la represión policial. Tras los éxitos del 18 de junio de 1999, cuando grandes partes del centro financiero de Londres quedaron destrozadas durante el Carnaval contra el Capitalismo, la policía había dedicado enormes recursos a reprimir las concentraciones callejeras anárquicas. Para muchos fue la primera experiencia de enfrentarse a la policía y ganar.
La siguiente gran manifestación, bautizada como “Shut ITT” en referencia al hecho de que la empresa había cambiado de manos recientemente, contó con la presencia de cuatro fuerzas policiales diferentes. A pesar de ello, la multitud de 400 personas arremetió contra las líneas policiales en la base de Home Farm Road, y un gran número se dirigió hacia los bosques situados detrás de la fábrica. La parte trasera de la fábrica fue bombardeada con pintura mientras la policía y los manifestantes se enzarzaron en escaramuzas entre los árboles.
El portavoz Andrew Beckett informó,
“No dejamos que la policía controlara los acontecimientos. Fuimos donde queríamos, cuando queríamos. Toda la policía de cuatro condados no pudo impedir que hiciéramos nuestra oposición a EDO/ITT”.
El desmantelamiento
El 17 de enero de 2009 -el último día de la Operación Plomo Fundido, el ataque israelí contra Gaza3- seis activistas irrumpieron en la fábrica de fabricantes de armas armados con martillos, decididos a llevar a cabo un “desmantelamiento ciudadano” de las instalaciones. Se atrincheraron en el interior y sembraron el caos durante más de una hora, causando daños por valor de 500.000 libras antes de ser detenidos.
El juicio, previsto para mayo de 2010, centró la atención en la complicidad de Reino Unido y Estados Unidos en la represión continuada del pueblo palestino. Antes de entrar en la fábrica, Elijah Smith, uno de los “desmanteladores”, explicó sus motivaciones: “No creo que vaya a hacer nada ilegal esta noche, pero voy a entrar en una fábrica de armas y destrozarla lo mejor que pueda para que no pueda funcionar ni producir municiones… [que] se han proporcionado al ejército israelí para que puedan matar niñas y niños”. Permaneció en prisión durante año y medio a la espera de juicio.
¡Día de mayo, día de mayo!
La siguiente movilización de la campaña, el Primero de Mayo de 2009, fue la mayor hasta la fecha. Se habían distribuido miles de folletos por todo el Reino Unido. Justo un mes antes, Londres había acogido la cumbre del G20. Como era de esperar, las protestas en torno a la cumbre habían sido brutalizadas por la policía y contenidas mediante el “kettling” (acorralamiento), en el que filas de policías rodean y bloquean a una multitud por todos lados. Sin embargo, esta vez la policía había asesinado a un transeúnte inocente, Ian Tomlinson. En un primer momento, las autoridades negaron que los agentes hubieran tenido contacto alguno con él, y luego afirmaron falsamente que habían estado bajo una lluvia de botellas mientras intentaban reanimarle. Días después, llegaron a The Guardian imágenes que mostraban cómo la Policía Metropolitana sometía a Tomlinson a un ataque despiadado y no provocado. De repente, el comportamiento de la policía en las manifestaciones se vio sometido a un escrutinio público sin precedentes.
Históricamente, el Primero de Mayo es un día de resistencia al capitalismo y esta vez, el material de Smash EDO era más explícito sobre los vínculos entre las finanzas y el comercio de armas.
“Este ha sido realmente nuestro esfuerzo más ambicioso hasta la fecha. Publicamos una lista antimilitarista de objetivos por toda la ciudad, mostrando cómo Barclays, McDonald’s y similares eran inversores en ITT”.
Para entonces, había unos treinta activistas en Brighton trabajando en la campaña y una red de simpatizantes en todo el país. Un grupo más numeroso de activistas consiguió tomar y mantener ocupada una iglesia de la ciudad como espacio de convergencia4.
“También organizamos primeros auxilios y apoyo a detenidos y traumatizados. Es vital que la gente sepa que, si resulta herida o herida, el apoyo está ahí”.
Siguiendo las lecciones de manifestaciones anteriores, los organizadores decidieron no publicar la ruta ni siquiera el punto de partida de la fiesta callejera del Primero de Mayo. En su lugar, los manifestantes obtuvieron información actualizada llamando a un número de información o sintonizando una emisora de radio pirata instalada para ese día.
El 1 de mayo, más de 1.000 personas acudieron a la fiesta callejera, creando un extraño ambiente de carnaval militante. Una multitud enmascarada, vestida de negro y rojo y armada con un dragón bailarín, se abrió paso por la ciudad. Mientras la masa marchaba por el centro de la ciudad, el centro de reclutamiento del ejército fue bombardeado con pintura y una pancarta apareció en lo alto de Barclays, un importante inversor en el comercio de armas. La situación llegó a un punto crítico cuando los participantes se enfrentaron a la policía montada frente a un McDonald’s, también inversor en ITT. La jornada terminó con escaramuzas por las calles.
Tras el Primero de Mayo, continuaron las manifestaciones ruidosas y otras acciones directas. Smash EDO hizo un llamamiento a los activistas para que actuaran contra Barclays Bank, el creador de mercado de ITT en la Bolsa de Nueva York. El primer día de acción, hubo siete piquetes diferentes en Inglaterra y Gales; los cajeros automáticos de Barclays Bank se cerraron con pegamento en Brighton, y un mensaje de dos metros de altura contra el comercio de armas apareció sobre una sucursal de Barclays en Cambridge.
¿Cómo se mantuvo la campaña SMASH EDO?
Algunas personas se adhirieron a la campaña desde el principio; otras la abandonaron y luego volvieron. Era un movimiento relativamente abierto; las manifestaciones semanales ruidosas ofrecían una forma de participar y conocer a otras personas. Ganar visibilidad facilitó el crecimiento numérico.
El movimiento contra la guerra de Irak se desvaneció en términos de marchas callejeras, pero se mantuvo el escepticismo en torno a la participación británica en Afganistán. La opinión pública también se endureció contra el uso israelí de la fuerza aérea.
Tal vez existiera el peligro de fijarse en grandes espectáculos como el Primero de Mayo a expensas del alcance local y nacional. A medida que la campaña emprendía acciones más radicales, la policía inició una contraofensiva de relaciones públicas. Dentro del marco liberal del “derecho a protestar” que habíamos adoptado en los medios de comunicación, nos quedamos sin respuesta. Nuestro derecho inalienable a romper escaparates no sonaba del todo bien.
“Cuando la gente empezó a actuar contra la fábrica, éramos un pequeño rompecabezas ideológico. La mafia de la acción directa anarquista parecía clasificarnos como ‘pacifistas ineficaces’, mientras que al movimiento pacifista no le gustaba nuestra defensa de la diversidad de tácticas en lugar del pacifismo. La idea de enfrentarnos a un único engranaje de la máquina la tomamos prestada de las campañas por los derechos de los animales de gran repercusión en el Reino Unido, pero la combinamos con algo de la vieja magia carnavalesca de Reclaim the Streets”.
“Al concentrarnos en esta única instalación, hemos conseguido suscitar el debate en la corriente dominante, manteniendo al mismo tiempo una postura radical. Al atacar una parte del sistema que es moralmente indefendible, señalamos la podredumbre que recorre todo el núcleo. Una y otra vez, la policía se ha visto obligada a hacer público su papel de lacayos de las corporaciones”.
“La victoria es importante para nosotros… vamos a cerrar esta fábrica. Desde que empezamos, ya han cerrado sus instalaciones más pequeñas en Fishersgate y el número de empleados se ha reducido. Pero igualmente importante es el desarrollo de una red antimilitarista en todo el país, que rescate al movimiento pacifista de tácticas obsoletas, simbólicas e ineficaces. La campaña Target Brimar en Manchester y las protestas Stop H&K en Nottingham son ejemplos bienvenidos de este nuevo talante de militancia.”
“Ha habido debates sobre si lo que realmente se necesita es una victoria sobre esta única fábrica, que en última instancia daría a todo un movimiento algo que celebrar, o el desarrollo de una red. Eso se ha convertido en una falsa dicotomía. La radicalización del movimiento contra la guerra es lo que nos da la mejor oportunidad de cerrar la fábrica”.
“Es realmente lo que se necesita para revitalizar todo el movimiento antibelicista: una red de grupos antibelicistas locales pero móviles, que trabajen semana tras semana en su parte del país, contra su fábrica de armas, instalación militar o lo que sea, pero que puedan contar con el apoyo de personas y campañas con ideas afines de todo el país. No pedimos a nadie que siga nuestro modelo: lo que hemos hecho ha surgido de unas circunstancias concretas. Nuestro consejo para cualquiera sería mantenerse flexible y aprovechar las oportunidades cuando aparezcan”.
La lucha continúa
El 18 de enero de 2010, más de trescientos manifestantes vestidos de negro acudieron a la fábrica EDO/ITT para conmemorar el bombardeo de Gaza del año anterior. Reunidos en Wild Park, la multitud portaba ataúdes simbólicos y una pancarta con mil huellas de manos que representaban a los fallecidos durante el asalto israelí de veintidós días. La mayoría de los participantes iban completamente enmascarados.
La manifestación marchó hasta el cruce de Home Farm Road, donde estaba situada la fábrica, y se dividió en dos grupos. Cientos de personas atravesaron las líneas policiales para subir por la colina hasta el bosque situado detrás de EDO/ITT; otro bloque permaneció en la intersección, bloqueando el acceso a Home Farm Road, para leer algunos de los nombres de las personas asesinadas en Gaza. El primer bloque de manifestantes llegó hasta la parte trasera de la fábrica, donde algunas personas rompieron la valla de acceso al polígono industrial.
Después de que circulara la noticia de que la fábrica había sido cerrada por el resto del día, los manifestantes se dirigieron al centro de Brighton, consiguiendo burlar varios cordones policiales. Un centenar de personas intentaron llegar hasta el Barclays Bank, pero fueron bloqueadas por la policía antidisturbios y los caballos que inundaban North Laine.
En julio de 2010, Elijah Smith y las demás “desmanteladoras” que habían causado daños por valor de hasta 500.000 libras en las instalaciones en 2009 fueron declaradas inocentes. En el juicio, habían demostrado que, al suministrar armas a la fuerza aérea israelí, la fábrica estaba implicada en violaciones del derecho internacional.
Las manifestaciones periódicas contra la fábrica continuaron con una movilización en octubre de 2010, aunque la represión policial aumentó constantemente, tanto en forma de infiltración como de detenciones. El Consejo de Administración de ITT Corporation acabó aprobando un plan de escisión de la empresa, pero la fábrica siguió en funcionamiento. En 2019, salió a la luz que estaba implicada en un ataque saudí contra un objetivo civil en Yemen. Se puso en marcha un nuevo movimiento de protesta contra la instalación, basándose en los logros de Smash EDO.
La campaña Smash EDO no concluyó con una victoria clara, pero asestó varios golpes a EDO y a la industria armamentística en general, legitimando la acción directa para un amplio sector de la población. Estos esfuerzos forman parte de la construcción de una lucha a largo plazo contra el militarismo y amplían el alcance de lo que los y las participantes pueden emprender juntas. Hoy nos ofrece ejemplos de cómo un movimiento antibelicista puede emplear un amplio repertorio táctico contra un objetivo específico. Debería ser instructivo para quienes tratan de detener el genocidio en Gaza y otras manifestaciones de militarismo nacionalista en todo el mundo.
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Para transmitir una sensación de escala a los y las lectores norteamericanas, esto probablemente cabría en un solo Wal-Mart. ↩
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En el Reino Unido, “gobierno en la sombra” se refiere simplemente al partido que no está actualmente en el poder; en este caso, los conservadores. ↩
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Para transmitir el carácter asimétrico de este “conflicto”, nos limitaremos a informar del número de víctimas: personas palestinas murieron entre 1166 y 1440, según se crea a los asesinos o a las víctimas, mientras que todo el mundo está de acuerdo en que 13 israelíes perdieron la vida, cuatro de ellos por fuego amigo. ↩
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El edificio había estado vacío durante algunos años. La ley de okupación del Reino Unido dicta que los casos de posesión de propiedades se remitan a un tribunal civil, aunque la policía lleva a cabo desalojos ilegales con regularidad. ↩